MANIFIESTO CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES - 25 NOVIEMBRE 2010

Hoy, 25 de noviembre, jornada en la que renovamos nuestro compromiso contra la violencia de género, se me ha pedido que escriba y luego lea ante vosotros un manifiesto, y que lo escriba y lo lea en nombre de todos. Vuestra obligación, con todo, es mayor, porque sin vuestro compromiso este manifiesto sería simplemente un vertedero de palabras.

Puesto que los que nos hemos congregado aquí esta mañana formamos parte de la comunidad educativa, permitidme que os hable de un tipo de violencia de género que no es aquella de la que se hacen eco a diario los medios de comunicación, ni tiene lugar en el espacio sórdido de una habitación donde una mujer es insultada, humillada o golpeada. La violencia de género es algo que puede ocurrir en el espacio de una institución pública o entre las páginas de un libro: mediante una ausencia, mediante un inofensivo silencio.

La mujer fue apartada durante mucho tiempo del estudio y la cultura, relegada al ámbito doméstico, a la servidumbre del varón; y en caso de que accedieran a una cultura no pensada para ellas les costaba el escarnio, la reprobación en los escenarios, la mofa canallesca de los libelos, la recriminación airada de maridos y padres, el desprecio de confesores y maestros; aun cuando fingiesen hacerlo bajo la tutela de un hombre, como en el caso de Santa Teresa. Poco importaba su deseo: Si este intentaba elevarse por encima de la vanidad de un hombre, debía ser sofocado. La mujer debía ser sencillamente “el mágico espejo que devolviese aumentada de tamaño la silueta del hombre”.

Extraño tener que hacer a un lado la libertad, la propia condición de mujer, como un niño aparta de sí un juguete roto. Y, sin embargo, eso exigía la sociedad de Concepción Arenal cuando transitaba por los pasillos de la Facultad de Derecho vestida como un hombre para poder asistir como oyente a sus clases. Eso exigía la sociedad de María Goyri cuando sacrificó su dignidad, accediendo a sentarse aislada de sus compañeros, con tal de poder cursar estudios superiores.

Hoy, 25 de noviembre, podemos tener en este ámbito sentimientos encontrados: Afortunadamente, esas exigencias pasaron en España. Desgraciadamente, esas costumbres permanecen en el mundo. El acceso a la educación se hizo en España un derecho inalienable a la persona. Pero, el derecho de la mujer a reconocerse en el libro de texto que estudia es una batalla que aún está por librarse, que nosotros debemos librar en sintonía con la lucha que protagonizaron aquellas mujeres inteligentes y obstinadas, apasionadas y resueltas.

Las estudiantes de hoy no tienen en muchas ocasiones un modelo femenino en quien fijarse: Recordamos a Montesquieu y olvidamos a Olimpia de Gouges, evocamos a Lincoln e ignoramos a Lucy Stone. ¿Quién es esa mujer sentada entre Alberti y Lorca, de la que nada dice el pie de foto? ¿María Teresa León? No, es la misma imagen del olvido.

Hoy, 25 de noviembre, podemos suscribir todos nosotros un compromiso. Un compromiso, tal vez, menos heroico, pero no menos justo. Hoy, 25 de noviembre, podemos todos nosotros ofrecer una respuesta a la necesidad diaria de transformar el mundo. Hoy, 25 de noviembre, podemos recordar.

José García

1 comentario:

no se quien soy ayudame dijo...

Estan invitados a la radio por internet www.stationmuzhic.es.tl te esperamos desde las 5 en adelante.
hay encontraras un chat en que podras conocer gente.